Día 2: Los Deseos en la Espiritualidad Ignaciana

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Comenzamos el segundo día de esta Semana Ignaciana con una canción que nos ayudará a entrar en oración.

Si lo desea, puede escuchar las oraciones y la reflexión en audio aquí

Oración Inicial

Pido al Padre que me dé conocimiento interno de tanto bien recibido, para que reconociéndolo yo eternamente, pueda en todo amar y servir a su divina majestad. (Ejercicios Espirituales, n.233)

Reflexión

San Ignacio aprendió a escuchar a Dios en su interior. Poco a poco fue aprendiendo que Dios puede comunicarse con nosotros por medio de lo que deseamos, queremos, e incluso, imaginamos 

Ignacio lentamente se percató de que algunos de sus deseos lo dejaban desolado y otros lo dejaban consolado. Cuando experimentaba el deseo de imitar las aventuras de a los héroes de caballería, no se sentía muy bien, y como que se alejaba de Dios. Pero cuando sentía deseos de imitar la vida y el fervor de los santos, su espíritu se llenaba de fuerza, ánimo y entusiasmo. 

Cuando Ignacio fue creciendo en su vida espiritual, se dio cuenta que algunos deseos venían del mal espíritu y otros de Dios –o el buen espíritu. Dios lo iba tratando como un maestro a un niño de escuela, enseñándole a distinguir el origen de sus deseos para así prestar atención a los que le ayudaban a vivir una vida más al modo de Jesús. 

Algunas veces los deseos tienen apariencia de bien, pero en el fondo no nos ayudan a crecer en nuestra vida espiritual y nos alejan de nuestro Dios. A primera vista pueden parecer generosos, buenos, admirables. Pero mirándolos con detención, con la gracia de Dios, nos podremos dar cuenta de su verdadera realidad. 

Nuestra imaginación y nuestros deseos son parte de nuestra experiencia diaria. No podemos ignorarlos. Nos ayudan a encontrarnos con Dios. Nos mueven a acercarnos a Jesús y a los demás. Por eso, hoy los invitamos a prestar atención a sus deseos. 

Dediquemos algo de tiempo a pensar en lo que queremos y deseamos para nuestras familias, el país, nuestras comunidades, nuestra fe, nuestra vida espiritual.

Usemos la imaginación. ¿Podemos hacer una lista de esos deseos? ¿Cuáles de esos deseos vienen de Dios? ¿Cuáles no? ¿Qué deseos nos producen consolación? ¿Cuáles nosproducen desolación? ¿Cuáles nos motivan a vivir una vida como la de Jesús? 

Hoy pedimos, por la intercesión de San Ignacio de Loyola, la gracia de seguir caminando junto a Dios movidos por nuestros santos deseos. 

Oración Final

Toma, Señor, y recibe,
toda mi libertad, mi memoria,
mi entendimiento, y toda mi voluntad;
todo mi haber y poseer.
Tú me lo diste, a ti, Señor, lo devuelvo.
Todo es tuyo, dispón de todo, según tu voluntad.
Dame tu amor y gracia, que esta me basta.
Amén.