Segundo Domingo de Adviento

Domingo Caratachea

En el Evangelio de este Segundo Domingo de Adviento, podemos identificar tres invitaciones concretas, las cuales conllevan un estilo de vida: predicar, arrepentimiento, y anunciar.

La primera invitación es a predicar. Juan predicaba con su estilo de vida humilde y con su ejemplo a todos los que venían a él. Podríamos decir que lo hacía con mucha humildad, puesto que los que se le acercaban, confesaban sus pecados y se bautizaban. En aquel tiempo, Juan predicó en el desierto de Judea. Hoy día, podemos preguntarnos: ¿cuál es el desierto que Dios nos presenta en las realidades del momento presente? ¿Estamos predicando en ese desierto con nuestras vidas, con nuestro ejemplo? O quizás son varios desiertos.

Arrepentimiento. En esta segunda invitación podemos meditar acerca de cómo Dios, a través de Juan, tenía un plan claro: invitar al arrepentimiento y a las personas a prepararse para su encuentro con Jesús cuando llegara. ¿Cuál es el plan de Dios en concreto hoy para nosotros? ¿Cuáles son los deseos de Dios para mi? Desde nuestra historia, fijemos nuestra mirada y nuestro corazón en la esperanza de Jesús que viene tras de nosotros. Viene, al igual que Juan, a enseñarnos con humildad, pero, a diferencia de Juan, viene a quedarse con nosotros y morar en nuestro corazón conforme se lo permitimos con nuestro arrepentimiento. Y una vez que le permitimos entrar, no solamente quiere morar en nosotros, sino que nos quiere dar su Espíritu Santo.

Anunciemos la llegada de Jesús a nosotros. Que este tiempo de Adviento sea una oportunidad de preparación, para que, cuando Jesús venga y se nos acerque, le abramos nuestro corazón y le ofrezcamos un espacio. Que nuestro estilo de vida, y los cambios que vamos haciendo día a día durante este tiempo de preparación, sea una señal concreta de cómo Dios nos está preparando para la llegada de Jesús a nuestras vidas. Dispongámonos con un corazón humilde, y pidamos a Dios la gracia de abrir no solo nuestros oídos y nuestros ojos para oír y ver a Jesús, sino también nuestros labios para anunciar su llegada a nosotros.

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Domingo Caratachea vive en Richmond VA y es miembro de la Parroquia Sagrado Corazón. Coordina las “Posadas Ignacianas” de la parroquia, y junto a su esposa Marta y dos personas más, coordina un grupo de oración. También guía uno grupo ignaciano que se reúne a profundizar en la espiritualidad ignaciana. Actualmente se encuentra en el proceso de discernimiento para el diaconado permanente en la Diócesis de Richmond.

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