Rita M Rodríguez
“Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca como un campo de lirios, porque verán la Gloria del Señor”, nos dice el Profeta Isaías en la Primera Lectura de este domingo. Es una imagen bellísima, pero me cuesta visualizar esa imagen.
Cuando hablamos del desierto, la primera imagen que viene a mi mente no es de flores y lirios, sino la que veo en las fotos y videos de inmigrantes tratando de cruzar la frontera con los Estados Unidos. No veo flores en ese desierto, sino gente muy necesitada, gente encarcelada en centros de detención y los caídos que no pudieron sobrevivir el rigor del desierto.
Alguien que conocía mucho sobre la vida en el desierto fue Juan el Bautista y, nos cuenta el Evangelio de este domingo, que estando en la cárcel manda a dos de sus discípulos a preguntarle a Jesús, “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” En el lenguaje de Isaías, la pregunta de Juan sería, “¿Eres tú quien nos hará ver florecer el desierto? Jesús contesta con el lenguaje de Isaías y dice que le cuenten a Juan “como los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí”. En otras palabras, Jesús responde que la profecía de Isaías ya se realiza con Él, y deslumbra que habrá quien se sienta defraudado con esta respuesta.
Nosotros tenemos una ventaja en comparación con el Bautista: nosotros sabemos que Jesús es el Cristo Resucitado quien nos ha salvado. Sabemos que Jesús es el Mesías que Dios había prometido. Esa es nuestra fe. Pero… ¿será verdad que hemos dejado que Dios abra nuestros ojos y oídos para ver las posibilidades del desierto cubierto de flores? ¿Estoy yo ayudando a quien no puede caminar solo? ¿Estoy yo llevando la nueva vida del amor de Dios a los que se están muriendo de tristeza y abandono y a los pobres que sufren todo tipo de necesidades? ¿Estoy yo ayudando y abogando por los derechos humanos de los inmigrantes que están llegando a nuestro país y de los que ya están aquí y sufren por falta de papeles? Si lo hago, estaré ayudando a que veamos florecer el desierto no solo de las personas que ayudamos, sino también en todo el mundo – la presencia viva de nuestro Dios en este mundo. Y cuando otros me vean actuar de esa manera, ellos verán a un discípulo de Jesús quien no se siente defraudado por Él y, cómo Jesús, ayuda a realizar la profecía de Isaías en que todos verán la Gloria del Señor.
“¡Animo! No teman”, nos dice el Profeta.
(Read this reflection in English here)
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Rita M Rodriguez vive en Boston MA. Es Directora y Espiritual y ayuda a coordinar el Ministerio Hispano de la Parroquia San Ignacio de Loyola de Chestnut Hill MA.
EN TODO AMAR Y SERVIR