Todo el dolor del mundo proviene del pecado y del egoísmo. Y si no enfrentamos el pecado y el egoísmo, solo atacaremos los síntomas. Podemos aprobar las mejores leyes del mundo, atacar todas las estructuras que queramos, pero si no cambiamos los corazones de las personas, habremos hecho algo semejante a coger a un lunático y atarlo. No lo hemos curado de su locura. La curación vendrá cuando podamos cambiar su corazón
(P. Anthony de Mello S.J., Busca a Dios en Todas Partes, p.49)
(EN TODO AMAR Y SERVIR)