Recemos juntos: Virgen María, Madre del Señor… Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Como una tarde tranquila, como un suave atardecer,
era tu vida sencilla en el pobre Nazareth;
y en medio de aquel silencio, Dios te hablaba al corazón.
Virgen María, Madre del Señor: danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Enséñanos, Madre buena, cómo se debe escuchar,
al Señor cuando nos habla en una noche estrellada,
en la tierra que, dormida, hoy descansa en su bondad.
Virgen María, Madre del Señor: danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Y sobre todo, María, cuando nos habla en los hombres:
en el hermano que sufre, en la sonrisa del niño,
en la mano del amigo, y en la paz de una oración.
Virgen María, Madre del Señor: danos tu silencio y paz
para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar al Señor
EN TODO AMAR Y SERVIR